23 de junio de 2024
Domingo. Me quedo en Capital y pongo de fondo Birdman para lavar las medias. A los calzones los lavo en la ducha, pero a las medias las junto y las lavo los domingos que no viajo. Todavía no me compré el lavarropas, qué se yo, voy al lavarrap, no me molesta. Se me rompió la heladera, pero por suerte es invierno. También un día me quedó una canilla abierta porque estuve como 5 días sin agua. El colectivo barato que tomé la semana pasada se rompió a la altura de Baradero, demoró dos horas más. La comida empezó a caerme super mal. Quiero dejar de fumar, odio fumar en invierno. Estoy odiada, tengo una energía muy verga. Había dicho en mayo a algunas amigas que junio iba a ser el mes de las micro-tragedias. Parece que lo decreté y ocurrió dice una, otra dice que no, que en realidad soy muy perceptiva y no es que lo haya decretado, sino que pude percibir lo que iba a pasar. Como sea, todas me dijeron que ya no lo repita.
El último finde en Santa Fe discutí con el papá de Fausto sobre una posible beca de intercambio a Tokio. Jaja. Cuando sea más grande sí, le dije, pero ahora no, 14 años es muy pibe, de pedo anda solo en colectivo, ni siquiera paga con QR porque le da paja. Le tuve que explicar como si mi hijo fuese él y no Fausto. A veces es difícil porque ellos dos son hijos únicos, cuando Fausto era chiquito, yo deseaba poder volver a ser madre cuando me recibiera, pero no sucedió. Ojalá haya sacado de su padre lo bueno y no lo caprichoso. Yo lo crié distinto, pero nunca se sabe.
Además no tengo un mango. Digo, gano bien, pero no como para pagarle a mi hijo un intercambio a Tokio a los 13 años. Con Tuti jugamos a un juego que es que la que gasta $0 la mayor cantidad de días al mes, gana un kilo de fruta de estación. Jugamos en un grupo de WhatsApp al que solamente mandamos “Hoy gasté $0” cuando en un día gastamos $0. Quisiera ahorrar algo de guita para irme de viaje. Quisiera irme de viaje. No sé si a Tokio, pero a algún lugar bien lejos, bien diferente, nunca fui más lejos que a Uruguay o Brasil, y este chabón quiere que paguemos 3 palos un pasaje a Tokio para el pibe, ‘ta loco.
No debe ser tan fácil irse de intercambio. Me acuerdo de Ziggy, un islandés que estuvo como 6 meses cuando teníamos 17, iba con mis amigas a la escuela, estaba fascinado, enamorado de las pibas, la joda y el alcohol, y eso que estuvo acá solo en otoño/invierno. Íbamos mucho a fiestitas de canilla libre, él vivía con uno que lo alojaba que era medio mala onda, o no sé, no me acuerdo bien, lo terminamos adoptando. También estaba Bea, una alemana que se hizo super amiga de la Roja y la Klaka, y que cumplía años el mismo día que yo. Nunca le pregunté a ninguno de los dos, pero me gustaría saber si creen que fue una experiencia que estuvo buena, si se volvieron a ir de intercambio en la Universidad, si fueron a la Universidad, si tienen hijos, si son gays, si les gusta más el frío o el calor ahora de grandes, qué dijeron sus familias cuando volvieron a sus casas, qué regalos les llevaron a sus padres. También me gustaría preguntarles si se sentían solos. Y si ese sentirse solos de 17 años viviendo en otro país es parecido al sentirse solos de ahora de los 34 que a todos un poco nos pasa cuando el ruido de fondo se aquieta.
Terminé con las medias y me puse a limpiar y a ordenar un poco, las cremas y los productos de skincare, el baño, la cocina. A varias personas les dije que iba a ir al parque a leer pero nadie aceptó la invitación. Tampoco sé si hice expresamente una invitación. A veces los domingos acá son difíciles, no porque esté sola, no tengo tanto drama con la soledad, para hacer las cosas que más me gustan de hecho siempre es mejor estar sola y no con personas. Pero se pone difícil por la costumbre. Los domingos no hay ruido de fondo, por eso pongo Birdman.
Una bolsa con un libro, un cuaderno, una botella de agua y una mandarina. Pararse y encarar al parque, no mucho más.